Mi enfoque

Dicen que cuando empiezas una terapia, buscas respuestas. Esperas que quien tienes delante entienda lo que ni tú sabes explicar. Y sí, una parte del trabajo tiene que ver con eso. Pero lo más importante, aunque no siempre se diga, no es la técnica ni el diagnóstico. Lo que de verdad transforma es la relación.

Trabajo desde una mirada sensible al trauma, al apego y al potencial humano. Creo que muchas de las dificultades que experimentamos en la vida adulta tienen raíces en historias no contadas, heridas no reconocidas o guiones aprendidos que ya no nos sirven. Lo primero que necesita ese dolor no es una solución rápida, sino un espacio seguro donde ser escuchado con respeto y presencia.

El vínculo terapéutico es la base. Porque sin vínculo no hay seguridad, y sin seguridad no hay transformación.

En mi práctica también me inspiro en el Análisis Transaccional, y en especial en una idea de Eric Berne que me acompaña desde siempre: “Todos nacemos príncipes y princesas”. Es decir, nacemos con un potencial lleno de vida, creatividad y valor. Pero las experiencias difíciles, los mensajes que recibimos desde pequeños, pueden hacernos olvidar quiénes somos. La terapia es, en gran parte, un camino de regreso: volver a verte, recuperar lo que parecía perdido, quitarte la “piel de sapo” para reencontrarte con tu verdadera esencia.

No es magia.
Es vínculo.
Es trabajo.
Es un compromiso profundo contigo.

Qué me mueve

Me mueve el deseo profundo de acompañar a las personas a comprenderse, reconciliarse con su historia y recuperar su fuerza. Creo en la escucha como herramienta de transformación. Creo en la relación como espacio sanador. Y creo, sobre todo, en la capacidad que todas las personas tenemos para cambiar y crecer, si se nos brinda el contexto adecuado.

En el mundo de la psicoterapia se ha investigado lo que se conoce como el factor T, de terapeuta. ¿Qué tienen en común los profesionales que más ayudan, más allá del enfoque teórico que utilicen? No es una fórmula secreta. Es su forma de estar: la calidez, la humildad, la capacidad de adaptarse, de revisar su práctica, de sostener la incertidumbre, de escuchar sin juicio y acompañar con compromiso.

Eso intento ofrecerte en cada sesión. Un espacio de comprensión, escucha y acompañamiento para conectarte de nuevo con quien eres.

Qué me mueve

Me mueve el deseo profundo de acompañar a las personas a comprenderse, reconciliarse con su historia y recuperar su fuerza. Creo en la escucha como herramienta de transformación. Creo en la relación como espacio sanador. Y creo, sobre todo, en la capacidad que todas las personas tenemos para cambiar y crecer, si se nos brinda el contexto adecuado.

En el mundo de la psicoterapia se ha investigado lo que se conoce como el factor T, de terapeuta. ¿Qué tienen en común los profesionales que más ayudan, más allá del enfoque teórico que utilicen? No es una fórmula secreta. Es su forma de estar: la calidez, la humildad, la capacidad de adaptarse, de revisar su práctica, de sostener la incertidumbre, de escuchar sin juicio y acompañar con compromiso.